CRÍTICAS

“LA GEOMETRÍA ES EL ANDAMIAJE QUE CONSTRUYE LA OBRA”
Reportaje a Anna Rank en el contexto de su muestra en Espacio Cultural OEI.
Por Juanjo Izaguirre
Buenos Aires, Otoño de 2017



Justo cuando se cumplen 100 años de la exposición neoyorquina en que Marcel Duchamp expuso su célebre obra “Fuente”, que cambió para siempre el sentido de las artes visuales-; la artista uruguaya Anna Rank no sólo reivindica el valor plástico de la línea y de la figura humana; sino que, además, desafía sus límites; al mismo tiempo que mantiene vivo el legado de Joaquín Torres García y su Escuela del Sur.

En la obra de Anna Rank hay presencias permanentes. Geografías y conceptos con nombres propios, o nombres propios que en sí son o se convierten en conceptos, y en geografías. Geometría, deconstrucción, República Dominicana, el Taller del Sur, New York, bidimensión, Puerto Rico, tridimensión, París, relieve, vacío, Montevideo, lo racional y el juego, Buenos Aires, Joaquín Torres García y Jacques Derrida. Todo ello viajando a través de la línea y siempre con la figura humana como paisaje y presencia permanente.

-“Es verdad mis padres estudiaron en el Taller de Torres García. Ambos eran artistas. Mi madre era pintora y mi padre escenógrafo. Tuve la oportunidad, de niña, de estar rodeada de la fantasía del teatro y de la pintura. Eso hizo que conociera el Taller del Sur desde adentro.”

Y así se va iniciando el recorrido por sus obras, a través de una línea que se atreve, que cuestiona los límites de la anatomía lógica y el soporte técnico, y nos hace perdernos y encontrarnos por rincones naturales y sorprendentes.

-“Al principio no quería ser artista como mi padres. Claro. Pintaba a escondidas constructivos, usando, principalmente, el triángulo y las curvas como rebeldía a las verticales y horizontales que enseñaba el Taller Torres García.”

Sin embargo; hoy, la estructura geométrica se adivina y se percibe en la construcción de las imágenes de Anna Rank, como una presencia inconsciente que sostiene la sensualidad y la soltura de sus líneas y trazos. Y eso tiene su porqué.
-“La geometría es el andamiaje que construye la obra. Ella puede verse o no. Se puede encontrar tanto en una pintura geométrica, como en una figurativa. Es lo que estructura a la obra, lo que la sustenta.”

Pero no solo la concepción aritmética de la geometría sostiene la obra de Anna Rank.

-“El Humanismo de Torres García, expresado a través del Universalismo Constructivo, me enseñó a trabajar la composición geométrica-orgánica; y el Post-humanismo, con su idea de Deconstrucción, me ayudó a visualizar una figura humana compuesta de varias imágenes que configuran mis signos antropomorfos.”

La muestra “Símbolos humanos”, de Anna Rank, en el Espacio Cultural de la OEI, está compuesta por cuatro series, que bien podrían plantearse como cuatro desafíos plásticos que, al mismo tiempo, plantean un concepto estético de “unidad” en el desarrollo estético de sus búsquedas y su intención de empujar los límites del valor de “la línea”, y de la figura humana como tema.

Por un lado; están sus dibujos y pinturas. Primer paso, desde la bidimensión, donde Anna Rank demuestra la madurez de su oficio, la seguridad y sensualidad del trazo y la seguridad que le brinda su “expertiz” de la geometría. Por el otro; sus “relieves”; exponen su desafío de “llevar más allá” su conocimiento de “el plano”, y su intensión de involucrarse en un juego superador de los límites formales que le plantean el desarrollo de sus imágenes.

En la serie de “Los alambres”, lleva al extremo las posibilidades de la línea, como instrumento y como valor plástico, extremando el alcance de ésta, haciendo jugar a la luz, a la sombra, al fondo y a punto de vista del espectador como factores esenciales de la obra.

Por último; están “los sellos”, que se desprenden de todo patrón expositivo, y pasan a integrar el espacio, a través del recorrido de cada espectador. Cómo describirías, según vos, la evolución de tus imágenes y de tu obra, desde los tiempos de “el Taller del Sur” hasta hoy?

-“En verdad creo que por una extraña razón las dos puntas se van uniendo con el tiempo. La sinuosidad de los cuerpos en alambre remiten a las curvas de mis primeras pinturas y la serie de sellos titulada ‘Símbolos Humanos’, a la geometría antropomorfa que siempre me fascinó en los pictogramas de la cultura precolombina y que el maestro Torres García en sus enseñanzas nos instó a investigar.”

¿Técnica-imagen o imagen-técnica? ¿Quién alimenta a quién? ¿La mano a la mente o la mente a la mano? En tu caso; ¿quién termina prevaleciendo?

-“Pienso que, en mi trabajo, técnica e imagen se retro alimentan. Descubro una imagen gracias a la técnica, en el caso del relieve. Y en el caso del dibujo y el alambre, tengo una imagen y la técnica la sintetiza y la multiplica en un contrapunto entre forma y vacío.”

En la serie “Signos Humanos”, con el uso del alambre, das un paso más allá. Juegan la línea, la luz, la sombra, la posición del espectador. ¿Cómo fue el proceso de descubrimiento y de experimentación del recurso para, finalmente, tomar las decisiones que derivaron en la concreción de la serie?

-“Ya en la instalación ‘Espectros’ había jugado con las sombras proyectadas de las ramas, y fue una experiencia increíble ver al espectador dentro de la enramada. Atrapada nuevamente en la bidimensionalidad del dibujo necesitaba escapar del plano, y apareció la idea del alambre, del vacío, de la multiplicación de la línea; un mundo nuevo para mí. Un mundo que continúo explorando.”

Contanos sobre los sellos.

-“Torres García, desde Uruguay, instó a sus discípulos a investigar las culturas arcaicas; especialmente; la precolombina. No a copiarlas; sino a trabajar nuestras propias imágenes en sus medios.”

"Trabajé con coleccionistas de Arte Precolombino, en New York y en el Caribe. Estudié principalmente a los Taínos y sus maravillosos petroglifos que incorporé en proyectos de indumentaria. Años más tarde, en mi beca en Paris, las imágenes antropomorfas volvieron a aparecer en las colecciones de los museos, tanto en la cultura arcaica Precolombina como en la Mesopotámica, a través de los sellos, que me fascinaron por su versatilidad artística y comunicativa y me inspiraron para comenzar el proyecto “Símbolos humanos”. En esta serie vuelvo al barro, trabajando en sellos. Son relieves sumamente sintéticos. Imprimo sus imágenes como lo hacían los precolombinos, sobre la piel, sobre arcilla, sobre telas, no solo creando una impresión sino también un gofrado, una imagen multiplicadora."

Trabajás muy estrechamente con Nadia Paz, tu curadora. ¿Cómo se fue dando ese vínculo? ¿Crees que es importante el rol del curador junto al artista plástico, como en el caso del productor con el músico, o del editor con el escritor?

-“Nadia Paz, desde hace años, me ha asistido enriqueciendo mis proyectos didácticos y teóricos. Es artista y ha sido alumna mía. Por lo tanto; conoce la Escuela del Sur desde adentro. Lo que le permite entender todas mis idas y venidas entre Construcción y Deconstrucción, a través de la razón o por instinto. Nadia comprende mi trabajo desde su experiencia constructiva, y tiene la magia de conceptualizarlo y comunicarlo.”

Vacíos y presencias, límites y desafíos, estructuras y juegos, sensualidad y geometría, ayer y hoy, opuestos que se complementan y similitudes que se provocan. Todo eso hay en “Símbolos humanos”, de Anna Rank. Como en un parque de diversiones entre el gozo y la reflexión.



Por Julio C. Carbajal
La Juventud, Montevideo, Enero de 1995


"Anna Rank: Pintar Construyendo . . .Nuestro tradicional ombú, con un original tratamiento por el cual la artista fragmenta el objeto, y lo reconstruye en estructuras de gran valor rítmico. . . "



Mayling Carro Amorín
La Mañana, Montevideo, Enero de 1995



¨La excelente pintura de Anna Rank . . .Ombú y ser humano para ella se confunden en esa piel, que ha ejecutado con destreza. Piel sutil, trasparente que se eleva en positiva síntesis. Ha proclamado en estos ¨sectores¨ la proximidad máxima de la razón de la existencia en estrechos abrazos que nos pertenecen en la identidad del país. A.R podría haber establecido una pintura sofisticada pero ha rechazado esa posibilidad tentadora. . . ¨




Por Elisa Roubaud
El País, Montevideo, Diciembre de 1994



". . . " Ombúes es el tema de esta serie; sin embargo el desnudo que fue preocupación fundamental en trabajos anteriores, no está ausente; por el contrario, las formas orgánicas tanto humanas como vegetales encuentran en estas composiciones una interesante forma de relación que las integra íntimamente … tiene Anna Rank una amplia gama de colores que van desde lo restallante del brillo fresco, incontaminado de ninguna suspensión en la atmosfera, un ritmo puro, ideal, hasta las veladuras que componen capa, las cortezas, para dar con la pintura otra edad, otra profundidad. . . "


Por Alvaro Martínez DoMonte
Ultimas Noticias, Montevideo, Diciembre de 1994



¨Anna Rank . . .Sus cuadros llegan al espectador primero e indudablemente por la temática abordada; pero lo seducen y atrapan por la fuerza expresiva que la artista logra dar en cada cuadro. La pintora trama, actúa, hace y deshace sobre la superficie de cada tela elementos naturales y sentimientos propios, pero sin caer en fantasías y con una gramática plástica experimentada y gran dominio del dibujo y del color. . . ¨


Por Marcela Berthe
Búsqueda, Montevideo, Diciembre de 1994



"Ombúes Majestuosos. . . . Cautivada por esa hierva gigante con complejo de árbol la pintora Anna Rank acerca su mirada a las ramas y su pincel las recrea desnudas, estáticas y majestuosos. Rank explora gamas de verdes vigorosos al oleo, explora su brillo y su profundidad para otorgarle a las telas una cualidad medio abstracta medio mágica, que extrae lo esencial de la nobleza del ombú¨"


Por Julio Alpuy

Nueva York, Julio 11 de 1994



La objetividad en la pintura, como en toda circunstancia de la vida, es una casualidad fundamental, cualidad que se encuentra raramente hoy día en una obra y que es principal soporte de una obra de arte. Esta cualidad es muy evidente en las obras de Anna Rank. 

Siempre hay una verdad en su pintura que por fortuna la aleja de toda fantasía. Nunca hay nada falso en su trabajo por lo que resulta una pintura afirmativa y concreta.

Su visión de conjunto: grandes planos, grandes líneas que construyen el cuadro, buscan siempre la síntesis que es abstracción y unidad. 
Todas estas son cualidades de la buena pintura, que en Anna se reúnen para dar una pintura fuerte y original.
Yo he trabajado con ella por varios años y confieso que desde el principio me impresionó su voluntad por comprender, su clara invención y su creatividad. 
Su pintura tiene con seguridad, un gran futuro.


Por Cecilia de Torres

Diciembre de 1995



Contemplando a un viejo ombú en el jardín de su casa, comprendí que había impulsado a Anna Rank a pintar y dibujar secciones de esos espesos ramajes similares a miembros de un cuerpo humano.

El ombú tiene una forma que los nacidos en estas llanuras sudamericanas inmediatamente reconocemos y nos identifica. La gran originalidad de Anna, al tomar estos troncos de modelo, es que además de brindarles enormes posibilidades plásticas, son también un símbolo. El de retorno y el de pertenecer.

Su entrenamiento riguroso, con Julio Alpuy primero y luego en el Instituto Parsons, la instruyó a no dejarse arrastrar por el sensualismo de la imitación naturalista, por eso tanto los ombúes como los desnudos que Anna pinta están realizados con gran economía de medios pictóricos para dar con la mayor síntesis más capacidad expresiva. Sin embargo, al observar estas telas de cerca se descubre una paleta rica en combinaciones de colores inesperados usados con osadía y perfectamente entonados. En cambio las severas carbonillas, fueron ejecutadas con una técnica casi expresionista, por el acento en el trazo limpio y el gesto enérgico.

Esta obra marca un nuevo capítulo en la tradición de nuestra pintura, ya que descubrimos las inagotables posibilidades de un medio que se anuncia periódicamente que aparece y que artistas como Anna Rank le dan nueva vida.


Por Nadia Paz,
Abril de 2017



Construir o deconstruir, esa es la cuestión. Las obras de Anna Rank, de línea sintética y geométrica, incluyen el espacio vacío como parte de la creación y le dan una nueva entidad. Congelan siglos de cultura en un trazo y renuevan el espíritu latinoamericano nato de los orígenes de los pueblos. La simbología recuperada se transforma y reflorece en la forma de nuestros propios cuerpos, produciendo un encuentro espejado con nuestras raíces. Nos recuerda lo que fuimos, lo que somos y nos presenta un vacío aparente que pregunta por un futuro próximo en el que deberemos elegir quiénes seremos.
Nos recuerda que somos libres, que estamos en movimiento permanente y la transformación debe contener en lo profundo una gota pretérita de lo que nuestras generaciones han hecho por nosotros. Los símbolos humanos son representaciones visuales de aquellos signos que deja constantemente nuestra propia construcción.







Por Nelly Perazzo,
Setiembre de 2016



La obra de Anna Rank tiene siempre un referente: la figura humana.
Su dominio de la línea, cuando se aparta del soporte y parece flotar en el espacio, le permite objetivar una energía muy particular.
Esos cuerpos limitados en sus contornos airosos no responden a una anatomía lógica, incitan preguntas. 
El uso de la luz duplica sus límites y el desplazamiento del espectador los hace entrar en un juego dinámico multiplicador. 















ANNA RANK “LECTURAS ONIRICAS”
Alianza Francesa, Buenos Aires, 2015



(…)El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder.(…)

Jorge Luis Borges
Las ruinas circulares

La obra que Anna Rank ha desarrollado en estos últimos años en Buenos Aires y en Paris se ha visto influenciada por una larga tradición artística. Los trabajos que se presentan en la Alianza Francesa han sido elaborados a partir de diferentes expresiones arcaicas como el dibujo y el relieve; sin ignorar las posibilidades contemporáneas brindadas por la tecnología y la informática a través de la imagen en movimiento. 
Ella parte de las enseñanzas de Joaquín Torres García, buscando un arte sintético, no meramente imitativo, enraizado en una geometría oculta.
Este pasaje por el orden de la razón la llevó a investigar el Post-Humanismo que desarrolló el filosofo Jaques Derrida. 
Según la artista: “El Humanismo de Torres García expresado a través de su universalismo constructivo me enseñó una composición geométrica-orgánica y el Post-humanismo con su idea de deconstrucción me ayudó a visualizar una figura humana compuesta de varias imágenes que configuran nuevos SIGNOSs antropomorfos”.
Estos glifos evocan nuestra propia naturaleza y se asemejan a seres entrelazados en un entorno onírico, al aparecer y desaparecer en un perpetuo vaivén de formas. 
Anna, crea un juego superador de los opuestos complementarios: hombre-mujer, luz-sombra y abstracción-figuración. Utiliza diferentes medios para desdoblar el fenómeno visual, y así establecer una síntesis. Partiendo de uno llega al otro en una transfiguración de líneas, formas y espacios, provocados por la fluidez del cuerpo humano.


ANNA RANK: EL OTRO LADO DEL PAISAJE
por Fernando Ureña Rib



Verde que te quiero verde
Federico García Lorca

Desde sus ojos el mundo es un escenario de verdes que buscan su camino al río. Una ruta invertida hacia el origen, hacia la sabia, hacia la raíz, hacia la esencia terrenal que formula con sus datos biológicos de maderas o de algas, de sustancias eternas que generan la vida.
No es extraño. Anna Rank se forma como artista bajo la sombra de un árbol poderoso en el paisaje resquebrajado del arte occidental de nuestros días: Joaquín Torres García. Para el maestro no había puntos medios. El paisaje era una continua sucesión de planos.
Pero Anna Rank abre preguntas. Deja dudas. Sus imágenes buscan y consiguen inquietarnos. Qué estamos haciendo hoy usted y yo con el paisaje? Qué han hecho los otros? Hasta cuándo? Qué fuerza sobre humana impondrá sus designios?
La fuerza de este hondo lamento late en el fondo de la obra de Anna Rank, para quien detrás del paisaje late, pulsa y suspira la angustia del grito por una renovada acción que proteja nuestro entorno vital, nuestras exiguas posibilidades de existencia.
Al otro lado del paisaje el hombre. El hombre como símbolo de confrontación, como símbolo de lucha. La mujer al otro lado del hombre como símbolo de continuidad y estabilidad, como eje en la tradición de la vida, como eje de su conservación.
En Anna Rank nada es casual ni fortuito. Los momentos se suceden hasta alcanzar las cimas elevadas donde la razón, liberada de sus tormentosas inquisiciones, decide alzarse aún sobre sí misma, empinándose, volando a terrenos utópicos en los que todavía es posible la esperanza.


ANNA RANK, RETRATO DEL OMBÚ
por Cecilia Buzio de Torres



En octubre de 1997 visité a Anna Rank en su taller en uno de esos rincones en las afueras de Montevideo que parecen olvidados por el tiempo y por la acción vulgarizadora del “progreso” . Tras pasar un viejo portón de hierro forjado se entra en un parque donde sorprende ver viejos ombúes; uno está más acostumbrado a ver en nuestros jardines abetos importados de Suecia o eucaliptos de Australia y no árboles autóctonos.
Fue seguramente el reencuentro con estos ombúes tras varios años de estudio y trabajo fuera del país lo que inspiraron a Anna, lo que reclamaron su atención al volver; ya no tenía que buscar nada fuera, estaba allí mismo delante suyo, en su propio jardín. Literal y metafóricamente le señalaban el camino para trabajar partiendo de un tema que para ella fuera auténtico y representara fielmente algo nuestro. Entronca con la tradición del paisajismo de Figari, de De Simone, de Cúneo, de Etchebarne Vidart, todos pintaron ombúes, pero Anna les da nueva vida, los vuelve actuales. Simbólicamente, el ombú transformado en el arte se vuelve un emblema de esta región.
Anna comienza a investigar antecedentes en la botánica y en la literatura para rescatar al ombú de los prejuicios que tanto hemos oído y repetido: que no tiene fruto, que la madera no sirve, que es un árbol inútil. Para ella el ombú se vuelve un desafío, no sólo para encontrar la manera cómo pintarlo nuevamente, sino también cómo reivindicarlo.
Plantar el caballete frente al ombú, para Anna no es dar un paso atrás, hacia la época del ”plein air“ de los impresionistas, sino para establecer un contacto vivo con el modelo, para luego retirarse al taller y allí retrabajar lo que recogió afuera. “ Me apoyo en la realidad, así rescato las formas y los valores”, me dice Anna, cuando observo que hay algo de cuerpos humanos, de miembros, formas donde la referencia al original a veces se vuelve difícil de identificar, aunque en la tela esas ramas y hojas sean del tamaño natural.
¿Por qué llamar a estas pinturas retratos, y no paisajes, si tratan de árboles? La escala fiel a la real es un elemento importante que caracteriza estas obras, ya que en el paisaje tradicional al artista le es posible sólo en raras ocasiones pintar el tamaño real de las cosas. Frente al árbol Anna debe “encontrar el cuadro” como decían los pintores de la Escuela de Nueva York, pero a diferencia de ellos que lo “encontraban” en la tela ya pintada deslizando el bastidor hasta encuadrar el sector que más les gustaba, Anna encuadra la obra en el modelo vivo, lo mismo que el retratista.
Además su compenetración con el poderoso motivo es tan completa que para Anna cada árbol tienen una personalidad individual. El cuadro del ombú de gran formato es precisamente un Réquiem para un añoso árbol que muere lentamente. Al comentar que me impresiona el aire trágico de esa tela, me explicó que uno de los ombúes que quizás ya tenía mas de 200 años, perdió una gran rama; primero se fue poniendo rojiza, luego blanquecina y que al final por grietas en la corteza se desangraba la savia.
La paleta en estas pinturas a pesar de lo aparentemente ligera y clara, es el producto de muchos colores. Anna cuenta con la transparencia del blanco de la tela, y a diferencia de los maestros antiguos, mantine la paleta liviana y brillante porque comienza por establecer los tonos más oscuros primero y usa poco el negro en sus óleos. Las partes oscuras las logra con tierras siena tostadas, o a veces con rojos profundos y por una oposición de cálidos y fríos logra los efectos de luz y sombra. Cada color tiene una cualidad intrínseca, me explica, el amarillo limón es más frio que el amarillo cromo, conociendo la escala y valor de los colores puede aplicarlos sin mezcla, más bien los superpone y así crea un tono más sonoro y claro y una superficie vibrante. Sorprende los colores que aventura incorporar en el lugar más inesperado, al acercarse a la tela y encontrar un rojo veneciano en el tronco, por ejemplo, o toques de alizerin, rose madder, verdes cerúleos, azules ultramar. Las pinceladas son amplias, enérgicas, casi sorprenden por su vigor, no son exactamente “femeninas” en el sentido convencional. Anna confiesa que gasta muchos pinceles, y que necesita mucho espacio físico para pintar, ya que debe constantemente retroceder para ver con cierta distancia cómo los colores y las pinceladas componen las formas. Este no es un arte de miniaturista, es pintura de gesto afirmativo y acción.
En las carbonillas, los grandes trazos negros, firmes, directos, repasados una y otra vez, las formas positivas y negativas de los troncos y la ausencia de color revelan el drama contenido en estas telas. Al observar las carbonillas con cuidado se ve un andamiaje de líneas ortogonales levemente visibles que atraviesan la tela en sentido horizontal y vertical, que nos demuestan cómo su obra está sostenida por un riguroso trabajo de estructuración, y que los trazos y pinceladas tan temperamentales y expresivos están controlados por una voluntad de imponer un equilibrio entre la realidad y la abstracción y entre la emoción y la razón. Además a Anna le gusta intrigarnos con combinaciones y juegos para los ojos, ocultos en sus obras: en el Tríptico, por ejemplo, cada módulo de 1 x 1 mt. es un dibujo independiente, pero al colgarlos juntos en cualquier combinación, las líneas de las ramas se relacionan perfectamente, y la obra en su totalidad nos demuestra la profunda inteligencia en su concepción.


EL OMBÚ
"Un testimonio existencial"
por Guillermo Roux



El tema de estas pinturas de Anna Rank es el árbol, más precisamente el ombú, extraña planta ambigua, entre árbol y arbusto, que crece en nuestras tierras. Fronda y raíces, refugios necesarios en las infinitas planicies y punto de referencia en la soledad de las pampas verdes.
Si las imágenes representadas son proyección de las imágenes internas del artista, no tengo dudas al decir que en Anna Rank, estos ombúes simbolizan la afirmación de su pertenencia. Una pertenencia al Río de la Plata, conflictiva como las nuestras, que canta y llora en su pintura.
El ombú es el signo elegido por ella para hablarnos de su angustia por el destino incierto del hombre y por su propio transitar de mujer y de artista en este momento de la historia.
Anna Rank eligió los ombúes para mostrarnos su propia alma, y es tan fuerte esta necesidad, que ajustó su lenguaje plástico a lo que cada momento de este itinerario existencial tenía que decir. Esta flexibilidad, esta determinación de ser como pintora, lo que le imponía cada instante de su vida, saltando por encima de los prejuicios, es precisamente lo que nos revela la artista importante y personal que hay en Anna Rank. Pinturas en algún momentos racionales. En otros, luminosas y sensuales, con la alegría de una tarde de verano y finalmente, también dramáticas, solemnes como el eco de un réquiem de Bach. Este conjunto de obras no pierde unidad, no se contradice.
Anna Rank puede expresar todos estos sentimientos porque tiene un oficio sólido. Sabemos que su maestro fue ese gran pintor que es Julio Alpuy y que por lo tanto, absorbió a través de él, el legado del taller de Torres García. A mi juicio, no pudo haber tenido mejor escuela, por eso puede, como dije antes, recorrer una extensa gama de posibilidades. Pintar formas puras, casi abstractas y pintar la luz sin perder los más sanos principios de la construcción plástica.
Del árbol estamos hablando. Anna Rank es un nuevo y vigoroso brote de este tronco que ha dado tan extraordinarios pintores uruguayos y universales.
En estos tiempos de confusiones y apresuramientos, de falsos valores y frivolidades, debemos agradecer y cuidar esta pintura impregnada de -pathos- existencial, para que la mala hierba no la ahogue.


ESPECTROS DEL ÁRBOL
por Raúl Santana



La obra de Anna Rank, los dibujos y la instalación que hoy presenta, además de ser una ajustado canto visual, son constataciones que adquieren la dimensión de lo simbólico , a través de las cuales una artista nos pone frente a la naturaleza.

Sus fragmentarias representaciones de árboles, sus esculturales invenciones formales revalorizadas en vinílico, forman parte del mismo proyecto: frente a la desvastación que del medio ambiente viene haciendo el mundo tecnificado, señala casi obsesivamente especies en extinción, inmóviles habitantes del Río de la Plata que, a veces, en las interpretaciones que propone la artista, podrían confundirse con verdaderos antropomorfismos, que custodian el paisaje con la magnificencia de su estar.

"Espectros del árbol" denomina Anna Rank a éste poético y sensible homenaje donde lo real y lo imaginario se anudan en sus obras para alumbrar con espléndida riqueza formal este alarmante aspecto que constituye una de las grandes asignaturas pendientes de la vida actual.




LA COMBINACION DE PAREJAS
por Julio Alpuy



Es una gran satisfacción poder decir algo sobre Anna Rank. Es para mí recordar, y con mucho cariño, la época en que ella vivía en Nueva York y el trabajo que hicimos juntos, para ella muy útil, para mí muy grato.
Anna es una artista innata, sus cualidades desde el principio se mostraron con claridad y su inteligencia era evidente. Yo me entusiasmé y me sentí contento de tomarla como discípula. Era un placer trabajar con ella, pues absorbía todo conocimiento con gran rapidez y comprensión. Muy pocos discípulos, de los muchos que he tenido, han conseguido comprender los principios del arte con facilidad. Cierto que esto no es fácil, ya que no es sólo entender estos principios, sino hacer comprender también la importancia que esto tiene hoy en día, ya que la tradición se ha olvidado, y se ha tergiversado su concepto y los artistas jóvenes no tienen idea de su importancia. Anna entendió todo esto con una pasmosa naturalidad y así pudimos desarrollar su trabajo en un grado diferente y diferente significa en este caso, trabajar casi desde el comienzo en obras verdaderamente para ser tenidas en cuenta. Ocho años trabajamos juntos y por cierto con mucho acierto, logrando desde muy pronto un adelanto que me hacía muy feliz. Y es por todo eso, y unidos por una amistad que puede considerarse familia, que es un placer ver a Anna por Nueva York año tras año.
Aparte de esta disgreción quiero decir algo sobre su trabajo. Desde el comienzo Anna mostró la calidad de su obra. No puedo olvidar sus primeros desnudos, la comprensión del tono, de la composición y del carácter de sus pinturas. El tono que es prioridad en pintura, (decir tono es decir pintura), pues es lo mismo. Anna no sólo comprendió rápidamente, sino que yo descubrí que era innato en ella. Innato en ella era en realidad, la cualidad de pintar.Anna es pues una pintora, nacida pintora; mi actitud ha sido como debe ser la de un maestro, guiarla por el camino correcto. Desde el comienzo he visto su evolución. Con gran interés la he seguido y siempre he encontrado, no sólo aciertos, sino una permanente superación.
Tengo muy presente una serie de pinturas partiendo de un ombú que tenía frente a su ventana, y el invierno no le permitía salir. Increíble la riqueza de imaginación para sacar de aquel ombú, tantas posibilidades y tantas variadas formas, tonos inimaginables en cada una de las pinturas, lo que supone que las mismas tonalidades del ombú eran vistas de distinta manera en cada cuadro, pero siempre verdaderas.
La pasión de Anna por el desnudo, llevó a combinar las pinturas del ombú con el cuerpo humano y por cierto que logró algunas pinturas excelentes. En las pinturas actuales su evolución la ha llevado a trabajar casi exclusivamente en el desnudo y es estupenda esa combinación de las parejas. Las composiciones de esas pinturas son muy justas y realizadas con mucha gracia. Y si hablamos del tono y la variación de la paleta puede decirse que posee una creatividad muy grande.
Me ha dejado muy impresionado el haber visto este último trabajo suyo, ¡Bravo Anna! Esto seguirá viento en popa, estoy seguro. Nueva York, Marzo de 2006


ANNA RANK, DIBUJOS Y PINTURAS
Sarah Guerra, Curadora (AACA-AICA)



¿Quién ha dicho que el dibujo es la escritura de la forma?, - decía Manet - La verdad es que el arte debe ser la escritura de la vida. Esta afirmación lleva implícita que el dibujo no es sólo la precisión de la forma, sino la expresión profunda del ser. No es menos cierto que sin un dominio cabal de la forma, la expresión no será convincente.
Anna Rank, dibujante y pintora reúne en su obra las condiciones para revelar la vida en plenitud.
Los desnudos y ombúes en la obra presente, se hallan estructurados con ajustado rigor, y proponen a su vez un juego de formas y espacios sensibles. El desnudo, es el estado ideal, la vestidura que refleja la belleza y la verdad, y de la verdad se dice, que debe estar sin velos.
En estas obras así como en los ombués, - árbol emblemático - Rank trasciende la mirada del natural porque busca, persigue un orden, Lograr una estructura viviente. El dibujo significa la búsqueda de la forma expresiva, y el color, lejos de la sensación primaria, encuentra el tono que construye la armonía entre forma y espacio. Anna es fiel a la naturaleza - paisaje y figura humana - que no copia, sino que evoca en su hacer artístico. Lo hace desde la unidad de su ser. Lo que evidencia una creación genuina.


ANNA RANK
La solución del misterio es siempre inferior al misterio mismo.
Jorge Luis Borges, El Aleph
por Cristina Dompe - Marzo 2012


El mundo multisémico de Anna Rank se devela ante nosotros, mostrando los pasos de su rica trayectoria plástica alimentada en Buenos Aires, en La Escuela de Torres García en Uruguay, en la Escuela Parsons de Nueva York o en la intensidad del Caribe, pero fundamentalmente en su mirada artística sobre el hombre y su mundo.

A esto se suma la ductilidad de los recursos técnicos con que plasma su poética. El oleo reflexivo para sus pinturas, la carbonilla rápida y ligera para los dibujos, la re naturalización de los materiales para sus relieves, y todo el amplio espectro del color que abarca desde el trópico saturado hasta el drama del blanco y negro o el absoluto negro o blanco que iguala las diferencias y aumenta los misterios.

Sus “Fragmentos de Vida” forman un sugerente enigma sin tiempo ni orden en la búsqueda permanente de la unidad, en los que cada segmento es enlazable con otro y en el que cada recorrido es libre y posible. En el Tributo al Ombú, donde la corteza se vuelve piel; en las inquietantes Ciguapas, pequeñas habitantes de los árboles, míticas atrapadoras de hombres que jamás regresan; las Parejas y sus innumerables cortejos y finalmente el ensamblaje orgánico y continuo de piernas y brazos apenas reconocibles de sus últimos relieves, son metáforas complementarias de enorme valor estético.